Dante's Inferno, más allá de su espectacular dirección de arte (más por lo morbosa y perturbadora que por original y refinada) es limitado. No sacrifica los diseños originales pero sí le cuesta plasmar algunas ideas que consiguen funcionar mejor en las secuencias, tanto los flashbacks animados que cuentan las penurias y vicios de Dante durante las cruzadas como los momentos clave del juego donde el hiperrrealismo de sus CGI consigue volver aún más siniestros los retorcidos iconos cristianos.
En esta ocasión, Visceral Games no consigue igualar a su fuente de inspiración, el omnipresente God of War que marca una distancia severa en cuanto a estructura de niveles, patrones de combate y tiempos de respuesta. Los infinitos combos y posibilidades de mejora (mediante los omnipresentes orbes) no ofrecen ninguna alternativa de combate real más allá de refinar los enfrentamientos visualmente, ya que abusa de 2 o 3 movimientos clave para derrotar a cualquier tipo de enemigo. Esta parsimonia y falta de oficio nos sorprende en Visceral Games tras haberse atrevido con una mecánica mucho más exigente y medida en su anterior trabajo.
El desarrollo tampoco abandona el tradicionalismo lineal y no muy distante del tradicionalismo excesivo (y aquí es donde toda su rebeldía inicial se destapa como artificio). Poco importa que las escaleras sean hombres empalados y recorramos escenarios inspirados en los pecados capitales si el esquema original se basa en recorrer pasillos y destruir oleadas de enemigos en arenas cerradas. Puzzles meramente ocasionales pensados para crear sensación de variedad por encima de buscar un reto real. Todo en Dante's Inferno parece una justificación para crear un beat em up inspirado en la Divina Comedia, o una excusa para vender vísceras y senos.
No hay que alarmarse. Su carácter depravado, espíritu irreverente y potentísima iconografía, justifican más que nunca un apartado jugable que no esta a la altura. Bajar al infierno es un paseo poco exigente y muy autocomplaciente, pero recupera ese espíritu retro de avanzar por descubrir el siguiente nivel y sorprenderte con una nueva atrocidad. Ver para creer, nunca mejor dicho.